viernes, 4 de marzo de 2016

RUTAS EL PRADO DE LUIS, RUTA POR EL VALLE DE LA FUENFRÍA NEVADO EN EL PARQUE NACIONAL DEL GUADARRAMA.




El invierno en el Guadarrama en lo que llevamos de 2016, estaba dando muestras de ser el más suave conocido hasta la fecha, desde que se tienen registros oficiales en la Sierra de Guadarrama. Resulta difícil entender esta suavidad extrema en los meses de Enero y Febrero, y la escasez de nieve en toda la zona, sino acudimos al consabido Cambio climático que avanza a pasos agigantados en lo que va de siglo, aunque todavía haya gente que no lo quiera ver. El caso es que este año, casi a finales de febrero, todavía no habíamos visto las cumbres de nuestras montañas nevadas de verdad,  durante más de uno o dos días, y esto unido a la falta de lluvia, hacía prever un verano complicado de sequía en nuestros pantanos y ríos. No se hablaba de otra cosa hasta hace solo unos días.


Visto el panorama, no habíamos perdido ni un día de ruta en todo el invierno, y desde El prado de Luis, estábamos preparando una nueva ruta invernal, pero sin nieve, por el Valle de La Fuenfría. Íbamos a realizar una travesía desde Las Dehesas de Cercedilla hasta El Puente de la Cantina, atravesando parte del Pinar de el Valle de la Fuenfría y parte del de Valsaín. Pero de repente, todo cambió. Esa semana empezó a llover a lo bestia, cayendo en un par de días más de 100 litros por M2 en varias zonas de nuestra sierra, y  en zonas altas más aún. Y parecía que al menos, la tendencia se rompía.  Pronto empezaron a bajar las temperaturas y a recordarnos la naturaleza que estábamos en invierno y que hasta el final, no se podía dar por acabada la estación. A la semana siguiente nevó algo, poca cosa, pero al menos se veían las montañas cercanas blancas. Así que tuvimos que aplazar la ruta prevista dos veces seguidas, por mal tiempo. Pero al menos, se veía un futuro prometedor. Y así fue, volvió a nevar,  esta vez algo más, y aunque en los pueblos fue muy poca cantidad, arriba en las zonas altas ya se veía mucho más blanco todo, así que tuvimos la suerte de que además, ese fin de semana, daban buen tiempo, y decidimos por fin, ir a ver la nieve que tan esquiva nos había sido en todo el invierno. Visitar el Valle de la Fuenfría siempre es una experiencia maravillosa, con sus frondosos pinares y rodeado de montañas por todos los lados, pero hacerlo recién nevado sería mucho mejor. De todos es conocido este lugar emblemático de la Sierra de Guadarrama, y la multitud de posibilidades de rutas que nos ofrece, y llegó el momento de plantearse por donde íbamos a ir, ya que, con el mono de nieve que había en el ambiente, imaginamos que coger sitio en la zona de Majavilán sería casi imposible salvo madrugón de primera, y que iba a estar todo a tope de coches y de gente. Decidimos pues, empezar nuestra ruta en Camorritos, que es un precioso lugar de Cercedilla, desde el cual, se puede acceder al Valle, a través de varias sendas estupendas, y con mucho menos gente. En todo tiene que pensar uno para hacer una ruta hoy en día por el Parque Nacional del Guadarrama, hay varias zonas muy masificadas  y muy mal comunicadas, con infraestructuras que aún, no son dignas del Parque Nacional. El caso es que fuimos sin problemas a Camorritos y desde allí salimos por el GR-10 que viene de Cercedilla por la vereda de las Encinillas que sube a Navarrolaque. Este es un lugar precioso, con un pinar magnífico que baja hasta los últimos chalets de esta curioso lugar que pertenece a Cercedilla. Como está muy alto, ya salimos con nieve desde el primer momento, a unos 1350 m. de altitud.
La senda de las Encinillas es un tramo del GR-10 muy vertical que une Camorritos con Navarrolaque,  el sendero transcurre bajo un denso pinar de Pino Silvestre en la zona baja del Pinar de Siete Picos. Hay otras sendas que salen del mismo lugar que son más tendidas pero más largas, y dependiendo del destino final del día, es mejor coger una y otra. En este caso , como mi idea era llegar cerca del Collado Ventoso, escogí esta que es más directa. Es bastante dificultosa pero en poco más de media hora puedes estar en Navarrolaque , una preciosa pradera a los pies de Siete Picos con unas vistas espectaculares sobre todo de esta montaña. Pero antes de llegar, hay varias paradas obligatorias en el camino. El recorrido es muy bonito, siempre bajo el pinar, pero de vez en cuando se asoma en miradores naturales  hacia Cercedilla y hacia Siete Picos, con una soberbia vista sobre esta montaña que es espectacular.
Al ser un día frío y con nieve, la subida se hace un poco más larga y pesada, pero cuando te quieres dar cuenta ya estás arriba, a unos 1700 m. La idea inicial que teníamos era acercarnos lo más posible a la vertiente norte de Siete Picos, para poder ver el paisaje espectacular de los pinos helados , cuando llevas a personas de ruta por algún lugar, tienes que diseñarla para que se disfrute lo más posible, de la belleza del lugar y sus paisajes, pero sobre todo siempre intentas estar cerca de la naturaleza y de los valores naturales que tiene el lugar, entendiendo su significado e intentando comprender el porque de las cosas, y este lugar tiene muchas cosas que ver y que explicar. No hace falta ir muy lejos ni hacer una ruta de alta montaña para eso pues todas estas cosas las puedes ver sin demasiado esfuerzo en este recorrido.

 En la nieve, sobre todo en las zonas poco pisadas, una de las cosas más curiosas y bonitas que puedes encontrar fácilmente son las huellas de los animales que andan siempre por allí. En un pinar, como este, cuando el hombre anda tan cerca, es muy difícil que estos animales se muestren ante nuestros ojos. Pero si observas con detenimiento el manto blanco, no es difícil ver huellas de sus habitantes, por que en la nieve, se queda siempre marcada la huella. En este caso vimos la huella y los rastros de los corzos buscando comida en estas circunstancias que no debe de ser nada fácil para ellos. Por otro lado, desde la propuesta de El prado de Luis, no entenderíamos andar por estos lugares sin pararse a disfrutar de los hermosos paisajes que nos brindan a cada momento las montañas que nos rodean y los detalles que vamos viendo por el camino.
Como dije antes, en los claros del bosque, que son pocos en esta zona, se abría ante nuestros ojos hermosos y espectaculares paisajes de nuestra sierra, como este en el que decidimos inmortalizar el momento, cada vez más cerca de los emblemáticos Siete Picos. Si no se para uno a contemplar estas cosas,  y a contar las curiosidades de la zona, de su vegetación o sus cimas, todo se convierte en algo rutinario, como si estuvieras paseando por una carretera o una calle de la ciudad o el pueblo. Puedes ver mil veces esta imagen, pero cada vez que vuelves por este lugar, sientes la llamada de la naturaleza y de la montaña, y al menos un servidor, no puede pasar de largo sin pararme a pensar por un momento, en lo bonito que es este paisaje, y en lo que siento cada vez que me fijo en esta preciosa montaña, que adoro desde pequeño, cuando pensaba que nunca, estaría tan cerca de ella, y menos con nieve. Ahora me siento feliz cada vez que lo hago. 

Al final llegamos sin problema a la Pradera de Navarrolaque. Allí junto a unas piedras nos tomamos algo para reponer fuerzas y , antes de irnos y seguir camino, nos tiramos varias fotos de este lugar donde tenemos una preciosa vista de Los Siete Picos, muy cerca. Tan cerca , tan cerca que desde allí te parecen enormes. Como se ve en la foto, estaba todo blanco, menos los pinos, que al subir las temperaturas, enseguida pierden el hielo de sus ramas.
 Este lugar es un cruce de caminos importante, allí nos incorporamos a La Carretera de La República , otro camino importante de este Valle de La Fuenfría, que es una pista de tierra ancha, que se construyó con la idea de unir Cercedilla con La Granja y Segovia en la segunda década del siglo XX cuando la república era el sistema de gobierno en España.
Pero de este lugar, también sale el Camino a Siete Picos, La Senda Herreros, La Vereda de las Encinillas que es la que nosotros traíamos, El GR-10 que durante un tramo coincide con la Carretera de la República, y muy cerca, están también los miradores de Vicente Alexandre y Luis Rosales, que son una auténtica belleza de lugares y con unos paisajes preciosos sobre Cercedilla y el Valle del Guadarrama. Además de la literatura y su historia, el mirador de los poetas es uno de los lugares más conocidos de la Sierra de Guadarrama. No me voy a extender más porque este lugar necesita una publicación especial , y hoy solo vamos de paso. Por último, también sale de aquí la  Senda Victory que baja a la Ducha de Los Alemanes. Casi nada, a cual más bonito. Desde aquí tenemos unas magníficas vistas de los Siete Picos como he dicho antes, y del Montón de Trigo entre otras muchas montañas.


En cuanto llegamos a la pradera, vimos en algunos pinos silvestres este cartelito que indica que a partir de aquí, estamos en el Parque Nacional.  Está claro que al final se quedó solo en las cumbres, pero no se siente nada especial al saber que estás en un Parque Nacional, solo es algo subjetivo, un titulillo que otorga el hombre a un lugar, para preservarle de sus congéneres. Los valores ecológicos que tiene este bosque y otros muchos de la Sierra de Guadarrama son los mismos que los que pertenecen al parque nacional, solo que unos están dentro y otros no. De este tema también habría mucho de qué hablar. Pero lo que si que te queda claro desde este lugar es que es digno de serlo,  es un lugar muy especial y con un paisaje único.
Salimos de este precioso lugar siguiendo rumbo al Puerto de la Fuenfría, por la Carretera de la República que ahora es también el GR-10. Y a partir de aquí cambió todo en la ruta. A mi personalmente siempre me han gustado mucho más los senderos de montaña que las pistas anchas como esta. Y muchas veces se piensa que por ser pistas anchas no tienen el mismo valor natural ni las misma belleza que los senderos, pero he aquí que nosotros pudimos comprobar que este camino es un precioso camino lleno de sorpresas, con una belleza increíble, y unas vistas y paisajes realmente maravillosos y espectaculares.
No habíamos dado dos pasos cuando empezamos a ver cosas maravillosas y detalles de estar en la alta montaña. La casualidad o la suerte de que la semana anterior había habido una ola de frío importante, con muy bajas temperaturas que, ya en estas altitudes, son mucho más extremas, nos dio la posibilidad de poder disfrutar de los fenómenos que nos ofrece el hielo en la montaña. La nevada por un lado, la humedad, el agua que corría por todos los lados y el frío, nos alegraron la ruta y de qué manera. A cada paso que dábamos, era más bonito el rincón en el que nos encontrábamos.  Pequeñas cascadas de arroyos espontáneos petrificadas formando  estalactitas de hielo  precipitándose sobre las rocas enormes esculpidas cuando se hizo el camino hace casi 100 años. En otros lugares, escuchabas como el agua caminaba sin cesar por debajo del hielo, formando burbujas de aire en su caminar. A pesar de dar el sol en muchas de ellas, allí permanecían, formando bellas esculturas de hielo que nos dejaron boquiabiertos de lo bonitas que eran.
Pero era en las umbrías donde más fuerte se sentían los hielos, formas increíbles, carámbanos de 2 metros, en fin una auténtica pasada de camino y de recorrido. Solo fuimos hasta la Fuente de Ruiz Velasco, justo en el momento en el que se cruza con el camino Smith, otro de los más conocidos de la Sierra de Guadarrama. Unos 3 kms que se nos pasaron volando, disfrutando al máximo del momento y de los paisajes.






Una auténtica pared de hielo en una umbría donde no daba nunca el sol... preciosa obra de la naturaleza.

































Pero como no te vas a tirar una foto en un sitio así... imposible. Feliz y contentas mis compañeras de ruta posando ante este espectacular cascada de hielo.





Como se puede ver en las fotos, no nos defraudó en absoluto este tramo del camino. Fue espectacular y muy divertido. Tanto que se nos hizo corto, y muy entretenido.  Ya llegando al final de la ruta, como no íbamos a poder llegar a ver los pinos blancos que era mi objetivo, nos relajamos un poco y dimos por bueno el día de ruta, por lo mucho que nos había regalado la naturaleza en ese día, sin esperarlo, como pasa siempre, nunca puedes saber lo que va a pasar en la montaña, y si vas con una idea preconcebida normalmente , como siempre te equivocas.
Justo antes de llegar a la fuente, pasamos por el conocido Mirador de la Reina. Desde allí se divisa una estupenda vista del Valle de la Fuenfría entero. Solo hasta ese momento, pudimos contemplar todo el valle en su máximo esplendor, y algunos paisajes sobre las montañas que nos rodeaban, todavía ensimismados con lo que habíamos visto, comenzamos a disfrutar de los paisajes abiertos.
Las cumbres de la Peña del Águila y de La Peñota se ven altivas y blancas en su vertiente norte.

 El Collado de Marichiva, donde se llega desde el Puerto de La Fuenfría cogiendo a la izquierda la Calle Alta. Detrás se intuyen las cumbres de La Mujer Muerta.

Desde la Carretera de la República, una preciosa vista panorámica del Montón de Trigo que se levanta imponente como un perfecto pico cónico parecido a un montón de arena, de tierra o de Trigo...de ahí su nombre. Aunque tiene una leyenda muy bonita por la que se explica su nombre  y por qué. Aunque ya se sabe, que las leyendas... son solo eso, leyendas. En esta foto, a la izquierda del Montón de Trigo está el Cerro Minguete, con 2000 mts de altitud. El más grande, es el M. de Trigo que tiene 2160 m. y delante a la derecha se ve el Mirador de La Reina, en las faldas del Cerro Ventoso.


Una vez en la fuente, todo nevado claro está, comimos allí el merecido bocata, en un lugar precioso lleno de nieve con el sonido del agua corriendo. Allí charlamos de lo que habíamos visto en la ruta, de lo que habíamos sentido y de otras cosas. Un momento de relax a los pies del Collado Ventoso, y con unas inmejorables vistas sobre el sexto pico de Los Siete Picos, espectacular fotografía de este pico con todo helado a su alrededor, los pinos blancos, las piedras heladas en su cara norte, y en la sur, comenzando a verse sin nieve por la exposición al sol. Después de comer, tranquilamente volvimos con nuestros pasos anteriores, ya relajados y caminando tranquilos y sin perder la concentración por que en la nieve y el hielo nunca puedes relajarte, sobre todo en la bajada. Disfrutando otra vez de lo que habíamos visto antes, desde otra mirada distinta, ya sin pararnos en ningún sitio por que si no, no llegaríamos nunca al destino final. Contemplando los cielos azules intensos de la Sierra de Guadarrama, recortando las siluetas de nuestras hermosas montañas, mientras el viento frío nos pegaba en la cara, mostrándonos que en la montaña, nada es lo que parece, y que según avanza el día,  y la luz se apaga, el frío volverá a crear de nuevo esos carámbanos de hielo que tanto nos gustan,  y que aquí, cerca del cielo y de los elementos de la naturaleza, todo puede cambiar en un segundo, y pasar del día tan estupendo que tuvimos hoy, al frío intenso y fuertes vientos de una ola polar. Esta vez tuvimos suerte, que pudimos disfrutar de todo con esta maravillosa luz, y con la nieve, el agua, el hielo y los agentes externos cumpliendo su función. Al terminar la ruta, la paz llegó a nuestras almas, orgullosos de haber estado allí y de haberlo visto, y mientras tanto, solo en una semana los embalses de la Sierra ya estaban llenos de agua, rebosantes de alegría... así son las cosas en la Sierra de Guadarrama.


...y mientras el sol caía cada vez más rápido, quise tirar la última foto a La Peñota,  con los rayos del sol reflejándose sobre los hielos de la cara norte, que se ocultan a nuestra mirada, desde la vertiente madrileña, curtida por el sol, y con sorpresa ... a su espalda.





No hay comentarios:

Publicar un comentario